Por un nuevo modelo de gestión pública de los recursos humanos de la FP
Al final del curso pasado estalló en los medios de comunicación, con gran revuelo, el tema de los errores en el proceso de adjudicación de plazas del profesorado de escuelas e institutos públicos. Más allá de la rectificación del proceso —que se resolvió de forma urgente en un fin de semana—, esta es una cuestión que afecta de forma importante a la vida de los centros.
Por su vertiente más “noticiable”, el debate se centró en los errores. En cambio, no se habló del hecho de que 57.000 docentes de una plantilla de 83.949 —es decir, un 67,89% del total de docentes— fueron reasignados para el curso 2025-2026. Aunque a menudo esta reasignación no acabe significando un cambio de centro, es evidente que genera incertidumbre en la planificación del nuevo curso. Haríamos bien en prestar más atención a este hecho que tiene una trascendencia crucial en la mejora de la calidad de la educación. No hay ningún criterio de buena gestión de cualquier organización, sea privada o pública, que pueda aceptar el buen funcionamiento de una organización con una incertidumbre tan elevada —afecta a dos tercios de la plantilla— en la composición de sus equipos humanos. Por lo tanto, es urgente encontrar fórmulas para estabilizar las plantillas de los centros y que la asignación corresponda a sus necesidades operativas.
Esta cuestión afecta especialmente a los centros de Formación Profesional (FP), en los que las materias que deben impartirse son mucho más específicas que las titulaciones académicas que habilitan para ocupar las plazas correspondientes. Además, la evolución de las competencias profesionales requiere al profesorado una actualización constante de los conocimientos. También la innovación en los métodos de aprendizaje por competencias y proyectos exige unos perfiles docentes mucho más flexibles que en otros niveles educativos.
Por otra parte, la incorporación de la formación para la obtención de certificados profesionales y la formación continua en los centros, especialmente en los Centros Integrados de FP, requiere también de mecanismos de contratación de profesorado especializado y con conocimientos muy actualizados que no siempre pueden cubrirse con el profesorado de los centros. A pesar de que el marco legislativo actual prevé la contratación de técnicos especialistas, en la práctica esta vía sufre muchas restricciones que dificultan enormemente su aplicación.
Por lo tanto, la gestión de las plantillas se convierte en una cuestión clave para la mejora de la calidad de la FP, que no puede resolverse solo con buena voluntad o con mejoras organizativas, sino que debe abordarse de forma decidida en cuanto a cómo gestionar los recursos humanos de un sistema que ha alcanzado un tamaño y unas características que reclaman un nuevo enfoque a la altura del reto.
Un sistema formativo con miles de docentes y de centros distribuidos por todo el territorio, con suficiente flexibilidad para poder adaptarse a las necesidades, en continua evolución, de las personas y de las empresas, requiere de un modelo de gestión de los recursos humanos adecuado, capaz de captar el talento necesario y motivarlo e implicarlo para ejercer sus funciones con creatividad, responsabilidad e innovación, al igual que lo que hoy se reclama al conjunto del sistema económico.
Hoy existe suficiente experiencia y conocimiento en la gestión de los recursos humanos de las organizaciones para diseñar un nuevo modelo de gestión que, bajo criterios públicos, respete los mecanismos que hayan demostrado su eficacia e incorpore aquellos que sea necesario cambiar.
Un nuevo modelo que sea motivador para los equipos humanos de los centros, que aporte todas las garantías necesarias para asegurar un proceso de crecimiento profesional y un empleo digno y estable, a la altura de las demandas actuales de los profesionales, para constituirse en un referente de una buena gestión pública.
Un reto de este tipo requiere un planteamiento global, una estrategia política consistente y sostenible, mucha pericia técnica y un proceso de maduración y negociación con todas las partes implicadas. Un proceso largo y complejo, sí, pero que es absolutamente necesario empezar a preparar si no queremos que el sistema público de FP acabe colapsando y entre en un proceso de marginación. Esto es, ni más ni menos, lo que está en juego. Y, francamente, no es poco.
Oriol Homs, Francesc Colomé, Xavier Farriols y Josep Francí