La Formación en Aprendizaje en Francia

La Formación en Aprendizaje (FA) en Francia es una modalidad de formación profesional en alternancia que combina formación y trabajo, basada en la adquisición a la vez de conocimientos generales y técnicos y de competencias para dominar un oficio, comprender la empresa, adquirir los saber-hacer indispensables y favorecer la integración en la empresa de los aprendices (jóvenes de 16 a 29 años). Los aprendices realizan la formación general en un Centro de Formación en Aprendizaje -CFA- y aprenden el oficio en la práctica en la empresa con un contrato de trabajo específico. Permite conseguir un diploma o un título profesional registrado en el repertorio nacional de certificaciones profesionales. Entre 2017 y 2023 el número de aprendices se ha multiplicado por 2,4, hasta superar el millón. De hecho, en 2023 uno de cada 10 jóvenes seguía la FA.

La FA permite desarrollar un itinerario formativo completo, que va del Certificado de Aptitud Profesional (CAP) hasta el título de ingeniero, siguiendo siempre dentro de un sistema de alternancia trabajo/formación.

Recientemente, el CEREQ (Centre d’études et recherches sur les qualifications) ha presentado un estudio sobre el estado de la Formación en Aprendizaje y los efectos de la reforma de 2018 (Ley por la libertad de escoger el futuro profesional). El estudio constata el aumento de contratos de aprendizaje, pasando de 305.000 en 2017 a más de 700.000 en 2021. Este fuerte aumento ha ido acompañado de una transformación del perfil de los CFA, de las empresas y de los jóvenes. Entre las principales destaca:

  1. Formaciones más numerosas y certificaciones más diversificadas, especialmente en su nivel superior.
  2. Una mayoría de “nuevas formaciones” en oficios y actividades no identificadas antes de 2017
  3. Incremento del número de CFA, de 3.699 a 7.076 de 2017 a 2021. De hecho el 40% de los contratos de 2021 corresponden a CFA de nueva creación.
  4. Un renovado interés de las empresas sobre la Formación en Aprendizaje El número de empresas participantes ha pasado de 187.000 a 387.000 en el mismo período 2017/2021. Las pequeñas y también las microempresas representan a más de un 80% de las empresas que contratan aprendices. Los sectores del comercio, transporte, hostelería y restauración, construcción y la industria aparecen como los principales contratadores de jóvenes aprendices.
  5. La FA seduce a las nuevas empresas. Las empresas de reciente creación han firmado casi la mitad de los contratos en 2021 (sólo el 35% en 2017) y destacan dentro de las nuevas formaciones.
  6. Nuevos públicos atraídos por la FA. El público principal sigue siendo el de jóvenes sin experiencia laboral previa provenientes de la educación. Pero también acceden jóvenes más formados, hasta 10 puntos más en los últimos años.

Puede considerarse que la Formación en Aprendizaje ofrece itinerarios para diversos objetivos:

  • alcanzar un primer nivel de calificación
  • desarrollar una profesionalización al final de una etapa formativa
  • realizar cursos de reconversión profesional.

En conclusión, cada una de estas opciones corresponde a un público concreto y distinto, en función de su edad, nivel de formación y experiencia en el mercado de trabajo. Con este objetivo se creó el dispositivo «1 joven, 1 solución», que se identifica como un factor clave del fuerte aumento de jóvenes inscritos en los CFA.

Los efectos de la Ley 2018: liberalización, flexibilización e individualización

La ley ha liberalizado la oferta de formación. Facilita la creación de centros (CFA), amplía la oferta de plazas no reguladas mediante acuerdo con el Consejo Regional, responsable del Aprendizaje en su territorio. Permite una flexibilización del contrato de trabajo y favorece una mayor y mejor individualización del itinerario de formación y aprendizaje por parte de los jóvenes. Por último, la Ley simplifica los procedimientos para incluir nuevas certificaciones profesionales en oficios en evolución o en emergencia importante. 

La situación del mercado de trabajo en Francia ha impulsado también el incremento de la FA. El aprendizaje puede responder a los déficits de mano de obra a corto plazo, pero también a la transformación de competencias específicas a medio plazo, dentro de un proceso de formación a coste reducido para las empresas, que pueden seleccionar y/o fidelizar a sus futuros trabajadores. Estas potencialidades han intensificado las relaciones entre los CFA y las empresas.

Tensiones y riesgos

1. Para los CFA, tensiones con las empresas y retos internos:

  • Una relación a veces compleja con las empresas. Los CFA se encuentran con una dinámica cíclica de contratos de aprendizaje, sometida a menudo a los cambios o incertidumbres de las ayudas financieras a las empresas contratantes. También sufren la presión de ciertas empresas que pretenden formular exigencias sobre aspectos centrales del sistema como los criterios de selección de los jóvenes o el ritmo de la alternancia. Este tipo de empresas se sitúa lejos de la filosofía formativa del aprendizaje.
  • Adaptarse y acompañar a un público más heterogéneo. Algunos CFA mencionan una cierta polarización entre, por un lado, un colectivo de aprendices más maduro que antes, que sitúan sus estudios dentro de un itinerario bien definido, y por otro lado un flujo de jóvenes con muy poca empleabilidad y con déficits de conocimientos básicos. Esta disparidad de públicos requiere innovaciones pedagógicas y organizativas y requiere a menudo un mayor acompañamiento en tiempo y recursos, que no siempre los CFA pueden asumir.
  • ¿La oferta de formación en aprendizaje, una elección o una obligación? La demanda creciente de contratos de aprendizaje de los jóvenes junto al aumento de oferta de las empresas obliga a los CFA a un esfuerzo importante para mantener la relación entre oferta y demanda garantizando la calidad de la formación dispensada. Sin embargo, este año se ha registrado una reducción del número de contratos, un total de 40.800 en el mes de enero, – 10,9%, especialmente los correspondientes al nivel superior. Sin embargo el número total de aprendices en diciembre de 2024 era de 1.041.800 personas (informe de POEM-EMPLOI, 30 de abril de 2025).

2. Para los jóvenes, nuevos riesgos en los itinerarios formativos y mayor desigualdad en el acceso. La matriculación masiva de jóvenes en los CFA puede dar la imagen de una democratización del aprendizaje. Sin embargo, existe el riesgo de que la masificación rompa el modelo de “buen CFA, buena empresa y buena formación”, con consecuencias negativas en el rendimiento del aprendizaje de los jóvenes o la eventual reticencia de las empresas a mantener contratos con ciertos jóvenes. En definitiva, hay que evitar que la generalización del modelo degrade la calidad del aprendizaje y su buena imagen.

El informe constata asimismo la dificultad de los colectivos de jóvenes con discapacidad para acceder al aprendizaje. También de los jóvenes de «barrios prioritarios de las ciudades» (jóvenes provenientes de sectores con rentas bajas, a menudo de las banlieus o barrios periféricos). En cuanto a las chicas, pese al aumento del 10% entre 2017 y 2021, su presencia todavía se concentra mayoritariamente en algunas familias profesionales, sobre todo del sector terciario.  

El informe señala otro riesgo aparecido últimamente: una tendencia no demasiado frecuente pero existente en la ruptura repentina de los contratos. Es necesario analizar con mayor detalle las causas e identificar los sectores, colectivos o territorios más afectados.

Conclusiones

La formación en aprendizaje aparece como un sistema que asegura una remuneración para el/la joven y al mismo tiempo como una fórmula adecuada para las empresas de contribuir a los gastos de formación. El aprendizaje se presenta como un modelo formativo capaz de contribuir al acceso diversificado y democrático a la formación y la continuación de estudios.

Visto de forma más detallada, se observa que los jóvenes provenientes de clases trabajadoras son más importantes que los que cursan la vía “escolar” o académica. Sin embargo las especificidades del modelo, sueldo del aprendiz y gratuidad de la formación, no pueden considerarse de entrada como condiciones suficientes para el acceso democrático al seguimiento de estudios. Otros factores de desigualdad, menos evidentes, aparecen en el apartado de “gastos anexos” en relación con la continuación de estudios (coste de la vida más allá de la financiación de la formación, gastos de movilidad ERASMUS, etc.). Si bien es cierto que existen ayudas a disposición de los jóvenes sobre aspectos específicos (equipamiento, transporte, alimentación, salud) difieren según las regiones (las regiones son responsables, junto con las Cámaras de Oficios, de la formación en aprendizaje y de los CFA), los sectores profesionales y también en su cuantía.

Por último, las desigualdades se refuerzan según la información y capacidades de cada joven para saber movilizar los recursos y acceder a las becas y ajustes existentes. El estudio ha constatado el fuerte retorno del carácter decisivo de las capacidades personales y, de forma destacada, del capital social para acceder al sistema. La sobrerrepresentación de aprendices con padres activos en relación directa con el mundo socioeconómico es un primer indicio. El acceso al aprendizaje también depende de la capacitar de orientarse en un escenario de la formación cada vez más complejo, incluso opaco con demasiada frecuencia. La orientación es un elemento clave para comprender el sentido y contenido de las numerosas denominaciones de los diplomas, certificaciones, títulos profesionales, másteres, etc.

El impacto de la masificación del sistema genera nuevas tensiones y cuestiones sobre la calidad de la formación y su capacidad de asegurar una inserción laboral al término de la formación. Algunos actores estiman que el valor del sistema de aprendizaje puede verse afectado negativamente. De forma más general, se plantean interrogantes sobre la respuesta del mercado de trabajo a las nuevas certificaciones y diplomas aparecidos en los últimos años.

Xavier Farriols, Francesc Colomé, Josep Francí y Oriol Homs