Escola del Treball de Lleida: hacia el centenario en plena forma

NOTA PREVIA.- Con este artículo iniciamos una serie de reportajes que el equipo de Opina FP ha hecho sobre centros de Formación Profesional. Nuestra intención es poner de relieve aquellos elementos de los centros de FP que, en la práctica cotidiana, afectan a su funcionamiento y las soluciones que han encontrado las direcciones y los claustros de los propios centros.

De la magnífica hornada de escuelas del trabajo, escuelas industriales y de artes y oficios que acompañaron la industrialización en Cataluña durante el primer tercio del siglo XX, la Escuela del Trabajo de Lleida fue de las últimas en sumarse: tuvo que esperar hasta 1932. No son tantas las que todavía perduran. La Escuela del Trabajo de Lleida, sí, y encara la recta final de su centenario en un momento dulce.
Hacía tiempo que no habíamos estado allí, pero íbamos con expectativas altas. Conocíamos el buen trabajo realizado, durante más de una década, bajo la dirección de Neus Caufapé y conocíamos, también, la capacidad del director actual, Paco González, colega de trabajo en singladuras pasadas. Pero éramos y somos conscientes de las dificultades de marcar el rumbo de un centro con 93 años de historia y, como tal, con muchas inercias sedimentadas a lo largo del tiempo y, además, con las limitaciones físicas y arquitectónicas propias de un edificio plenamente encajado en la trama urbana del centro de Lleida y declarado bien cultural de interés local. Pero la visita al centro y el encuentro con el equipo directivo nos permitió, lisa y llanamente, superar las mejores expectativas.
El primer cambio que se nota —o la primera constatación inesperada— es la intervención arquitectónica en los espacios interiores. Revestimientos de madera, sustitución de tabiques de obra por otros de vidrio y, en síntesis, una reconfiguración de los espacios de aprendizaje que favorece metodologías activas, transparencia y trabajo cooperativo. Un esfuerzo considerable, realizado básicamente con los recursos del propio instituto, y un resultado muy bueno difícil de lograr entre paredes y tabiques que nacieron hace más de 90 años.
Aún más importantes son los cambios en la organización. En el último decenio, con el impulso del despliegue de muchos proyectos, se ha ido configurando un equipo de gestión que, con el núcleo central del equipo directivo, otorga más capacidad de acción, más autonomía —y más responsabilidad— a una veintena larga de profesoras y profesores. Implicar a más de una cuarta parte del claustro en diferentes áreas de gestión es la base más sólida para conseguir resultados positivos en la actividad del instituto. Más todavía cuando una parte de esta estructura organizativa está muy focalizada en la Misión del centro —garantizar que todo funciona a la hora— y la otra en alcanzar su Visión: ser un centro de FP de referencia para Lleida y más allá.
Destacamos, asimismo, la existencia de una Dirección de Comunicación y Promoción, encabezada por David Saura, dedicada a dar proyección pública a la actividad del centro, un aspecto a menudo menospreciado en la FP. Es evidente que sin resultados la comunicación es artificiosa y engañosa, pero en este caso se consigue el efecto contrario: que el buen trabajo realizado no pase desapercibido.
En definitiva, un modelo de gestión que combina el liderazgo con la dirección colegiada, la iniciativa individual con el trabajo cooperativo y en equipo, siempre orientado a la mejora de la calidad de la FP y a su proyección y relación con el mundo productivo y la ciudad de Lleida.
Estos cambios organizativos están en la raíz y son la condición imprescindible del éxito de los proyectos actuales del centro, que son muchos:

Una oferta formativa que incluye Programas de Formación e Inserción, un Itinerario Formativo Específico, 6 Familias profesionales con oferta de ciclos de Grado Medio (6) y Grado Superior (12), 1 curso de especialización y una buena oferta de Certificados Profesionales, impartidos por el profesorado del centro o por entidades colaboradoras.

  • Desde 2022, Centro de Excelencia en el sector de las Energías Renovables.
  • Centro Integrado de FP —en agrupación con el CIFO de Lleida— para las familias de Electricidad-Electrónica, Energía y Agua, Administración y Gestión, Comercio y Marketing, Seguridad y Medio Ambiente.
  • La implicación en diferentes proyectos de innovación, la programación de formaciones complementarias interesantes para la inserción laboral del alumnado y diversos cursos de formación continua para empresas completan esta pincelada sobre la actividad del centro, que culminamos con un dato destacable: más de la mitad del alumnado del centro cursa sus estudios en la modalidad dual intensiva. La cifra alcanza el 61,5% en el Grado Superior, registros que muestran la solidez del aprendizaje que hoy es posible en la Escuela del Trabajo.

Todos estos son proyectos centrados directamente en la FP. Es una obviedad, pero a la vez una constatación necesaria porque esta focalización de energías es posible desde una fecha clave en la historia reciente del instituto: 2012. Es el año en que una nueva configuración del mapa escolar en Lleida deja a la Escuela del Trabajo sin ESO ni Bachillerato. Es el año en que empieza a tomar forma la realidad actual del centro. Las energías y esfuerzos pudieron priorizar aquello que diferencia la FP de las enseñanzas generales y troncales. Y no son pocas cosas. Ser un instituto específico de FP ha representado un punto de inflexión indudable y ha facilitado —con la implicación y la inteligencia aplicada del profesorado— la eclosión de proyectos con un presente sólido y un futuro prometedor.
El poder de atracción del dinamismo que muestran estos proyectos ha permitido al centro, en el curso actual, superar los 1.000 alumnos (1.014). Estos proyectos, el potencial de aprendizaje que denotan y, como decíamos, las acciones de proyección corporativa, con la Gala de la FP en el Auditorio de Lleida como ejemplo más destacado, permiten a la Escuela del Trabajo encarar la recta final hacia su centenario con optimismo.
No queremos dar una imagen idílica del instituto: seguro que hay conflictos, puntos de vista discrepantes y cuestiones por resolver. Señalamos, por ejemplo, el problema que nos parece más relevante de cara al futuro: la limitación de espacios. El edificio actual está “a reventar” y limita las posibilidades de crecimiento de la escuela, además de no ser reformable por su condición de bien cultural de interés local. No parece que haya más opciones que habilitar espacios en otras localizaciones de la ciudad de Lleida y empezar a concebir el edificio histórico como la sede central de una Escuela del Trabajo con subsedes en otros puntos de la ciudad. Sería necesario que las administraciones implicadas —además de la administración local, la educativa mediante sus servicios territoriales en Lleida— se pusieran manos a la obra. Sería una lástima que el impulso actual del instituto —que ya está pensando en medidas organizativas para consolidarlo en el futuro— se mitigara por la falta de espacio físico. Sería una lástima para la FP, para todo el profesorado que ha hecho posible una realidad notable, pero sobre todo lo sería para la ciudadanía y las empresas leridanas.

Volvemos a casa con las expectativas más que superadas y con esa sensación tan agradable de haber comprobado, una vez más, que aunque las condiciones sean adversas, la FP cuenta, en toda Cataluña, con un gran grupo de profesionales excelentes y capaces de impulsar y consolidar referentes del sistema. Además de un buen plato de caracoles —literal, no metafórico— nos llevamos de Lleida y de su Escuela del Trabajo una inyección de optimismo, de ese que, solo a veces, une la voluntad y la inteligencia..


Xavier Farriols, Josep Francí, Francesc Colomé y Oriol Homs.