Reflexiones sobre la planificación territorial de los centros de FP (I)
En un artículo anterior planteamos la necesidad de una regulación específica de los centros de FP, hoy queremos plantear la cuestión de la planificación territorial de los centros de FP.
La planificación territorial de los centros de primaria y secundaria obedece básicamente a un criterio demográfico para acercar al máximo a la población los servicios educativos considerados como obligatorios para todos. Pero los centros de FP requieren otro tipo de criterio de planificación ya que, además de no ser obligatorios, tienen una vocación profesionalizadora y, por tanto, deben ir en consonancia con el tejido económico del territorio. Si se sigue un criterio exclusivamente de volumen de población, se produce una fractura importante entre la oferta formativa y las necesidades del territorio, puesto que no es posible adecuar el abanico de las especialidades formativas a las necesidades de la actividad económica de todos los territorios.
Hoy, esta fractura constituye un factor que contribuye al despoblamiento de los territorios más dispersos y a la concentración de la actividad económica en las poblaciones de mayores dimensiones. Si un joven que quiere dedicarse a una profesión en la que hay alguna empresa en su territorio más cercano pero que para formarse debe ir a otra población mayor en la que se justifica situar la oferta formativa , es muy probable que una vez terminados sus estudios no vuelva a su población de origen y encuentre trabajo o se quede en la ciudad donde ha estudiado. Las empresas del territorio de origen tendrán problemas para conseguir mano de obra cualificada y seguramente tendrán que contentarse con personas sin la cualificación adecuada y esto repercutirá en su productividad y a la larga acabarán cerrando o trasladándose a núcleos más grandes contribuyendo al despoblamiento del territorio. Esta situación viene de lejos, pero en un mercado de trabajo excedentario con mucho paro no era tan grave porque el joven podía estar interesado en volver a su población de origen si podía encontrar trabajo, pero en un mercado de trabajo más ajustado con menor nivel de paro la problemática se agrava.
Resolver esta cuestión requiere introducir otros criterios de planificación.
- La formación dual como vía de integración en el territorio. Si la empresa que necesita personal -pero está ubicada en una población que no tiene la oferta formativa que requiere- ofrece a los jóvenes de la población un itinerario de formación dual intensiva. con un contrato de trabajo que se convierta en indefinido si termina exitosamente sus estudios profesionales, aunque el centro de formación esté en otra población mayor posiblemente este joven puede estar más motivado para quedarse a trabajar en su localidad. hacerlo posible, será necesaria una buena coordinación entre las empresas del territorio y el centro de formación y hacer fácil la movilidad del joven para hacer la alternancia entre formación y trabajo.
- Una mejor relación entre polivalencia y especialización. Los centros de muchas poblaciones de tamaño medio no pueden ofrecer todo el abanico de ciclos formativos que requiere la diversidad de empresas de su territorio, pero en cambio sí podrían ofrecer las familias profesionales que cubren la gran mayoría de los perfiles profesionales que requiere el territorio tanto de los sectores más industriales o tecnológicos como de servicios a las empresas o a las personas. La realidad actual es que la mayor parte de los jóvenes que estudian una especialidad ofrecida por el centro más cercano no acaban trabajando en la especialidad escogida. En cambio, si en lugar de ofrecer una especialidad se ofreciera un ciclo polivalente que englobara a toda una familia profesional y que en el proceso de los dos años de estudio se fuera especializando según las necesidades de las empresas del territorio a través del adecuación del contenido curricular mediante la modalidad de formación dual, e incluso añadiendo algún curso de especialización posterior pero articulado como itinerario formativo, la correspondencia entre estudios y empleo sería mucho más estrecha y saldrían ganando tanto las empresas como los jóvenes.
- Los centros multisedes. En las poblaciones más pequeñas la solución anterior tampoco sería la más adecuada puesto que tampoco sería posible instalar las familias profesionales más generales. Sin embargo, la solución más habitual de implantar uno o dos ciclos generalistas, como administración e informática, tampoco soluciona el problema. En estas poblaciones más pequeñas puede resultar difícil justificar un centro específico de FP. Creemos que tendría más sentido una delegación de un centro de FP de referencia que pueda satisfacer a medida las necesidades del territorio. Esta delegación podría ubicarse en el edificio de los Institutos de pequeñas poblaciones, pero no dependerían de ellos sino del centro de FP de referencia de un área territorial más amplia. A través de la formación dual intensiva en empresas del territorio y de las tecnologías de la realidad virtual, sería factible ofrecer de forma personalizada una formación de calidad a medida de las necesidades de las empresas de poblaciones pequeñas.
Estas propuestas atraviesan el debate de si priorizar la especialización sectorial de los centros de FP o bien su carácter intersectorial para adaptarlos al territorio, o cómo combinar ambos criterios. Por su complejidad dejamos este debate para tratarlo en un próximo artículo.
Las tres propuestas ponen sobre la mesa otra cuestión que cada vez resulta más relevante: adecuar la FP a los tiempos actuales requiere nuevos planteamientos de organización, planificación y regulación que hay que afrontar con rigor y responsabilidad, pero también con energía y visión de futuro.
Oriol Homs, Francesc Colomé, Xavier Farriols y Josep Francí