Bob Lenz, el aprendizaje por proyectos y la FP

Hace pocos días tuvimos la ocasión de acompañar a Bob Lenz en su visita a Barcelona. Lenz es director del Buck Institute for Education (BIE), organización sin ánimo de lucro encargada de difundir el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) que gracias a su trabajo se ha convertido en una autoridad internacional en este campo. En momentos de profunda transformación social es muy importante escuchar voces autorizadas que nos proponen formas diferentes de enfocar los procesos de enseñanza-aprendizaje: cambios en la metodología, reorientación de los objetivos del aprendizaje… necesarios para preparar a los alumnos a hacer frente a los tiempos que vivimos y viviremos.

Las propuestas del BIE se extienden a lo largo de todo el sistema educativo y pueden implementarse tanto en la enseñanza primaria como en la secundaria o la Formación Profesional. En Barcelona, ​​en sus discursos, Lenz insistió de forma especial en todo lo que hemos conocido y clasificado como competencias transversales y en particular las llamadas “soft skills” (competencias blandas). Se refirió, entre otros, a la creatividad, el pensamiento crítico, la colaboración y el trabajo en equipo… Lenz insiste mucho en lo que él llama «alinear los contenidos», es decir, no olvidar en ningún momento aquellos contenidos que deben ser alcanzados junto con las competencias blandas. Es éste, probablemente, un rasgo distintivo en relación con otras propuestas similares que, aun haciendo referencia a las competencias, no hacen tanto énfasis en esta cuestión de la alineación de los contenidos.

Viniendo de la tradición competencial -no olvidemos que, en España, el campo de la Formación Profesional fue el primero que adoptó la adquisición de competencias como base de su diseño – un aprendizaje basado en proyectos puede ser muy útil para el FP. En este sentido, las aportaciones de instituciones como las que lidera Bob Lenz pueden aportarnos muchas ideas a desarrollar. Aunque es difícil de explicar en pocas palabras, intentaremos exponerlo en sus términos generales.

Una de las primeras condiciones para diseñar y proponer un proyecto educativo y/o formativo es que el reto responda a un problema real, es decir, no vale inventarse problemas que no sean realistas. Las dificultades que esto comporta para las enseñanzas generales, en las que a menudo se proponen temas artificiosos, es más fácil de resolver en la FP: la posibilidad de encontrar retos (solución de problemas) ligados a la situación de la empresa ya se ha ensayado durante mucho tiempo y es, en principio, más sencilla.

Una segunda condición es que la respuesta al reto (o la solución del problema planteado) implique un proceso de investigación “creativa” por parte del estudiante, lo que comporta que se le sitúe en un marco de recursos de empresa, es decir, debe saber resolver el problema aplicando propuestas «creativas» utilizando los instrumentos de que dispone.

La tercera condición es que los estudiantes deben ser guiados en su proceso de búsqueda de soluciones por personas que sepan qué se ha planteado y qué competencias se están persiguiendo. No se abre un problema sin saber qué competencias se persiguen, sino que el reto va dirigido a la adquisición de competencias predefinidas. Ésta sería una de las diferencias más importantes entre el concepto clásico de aprendiz y el que deriva de una enseñanza por proyectos. Por esta razón, es muy importante tener bien claro, antes de plantear un proyecto, los objetivos competenciales que se pretenden alcanzar, tanto si responden a competencias hard como a competencias soft.

En cuarto lugar, el profesor debe proporcionar un apoyo continuado en el proceso de desarrollo del proyecto, lo que en terminología ABP llamarían “un andamio” para que el alumno pueda construir su conocimiento.

En quinto lugar, y entre varios otros procesos, debe presentar un producto final, a ser posible un objeto material, una maqueta, un prototipo, un proceso informático, un esquema de resolución final… construido por él mismo o por su grupo como solución, o parte de la solución, del problema que se ha planteado.

Y, finalmente, debe hacer una presentación pública del proceso que ha seguido, una forma de “storytelling”.

En definitiva, el propósito de esta metodología no difiere demasiado de las propuestas y retos que provienen de la Formación Profesional Dual, con el aditivo de una explicitación más clara de los objetivos derivados de la adquisición de las competencias soft y de la inclusión de situaciones de aprendizaje que a veces deben forzarse para que aparezcan en un marco empresarial.

Llegados aquí podemos decir que compartimos plenamente una de las afirmaciones de Bob Lenz que han subrayado los medios de comunicación a raíz de su visita a Cataluña: «la escuela debe enseñar a ser aprendiz». Efectivamente, no se puede pretender que unas generaciones formadas en sus primeras enseñanzas desde una perspectiva estrictamente académica que no hayan contemplado otro tipo de competencias que las duras, estén preparadas para afrontar una formación profesional más competencial. Por eso se debe pedir que este modelo educativo empiece desde los primeros cursos de la educación de los niños y niñas y se adopte de una manera rigurosa de modo que su aplicación no nos haga perder por el camino otras competencias necesarias, sino que refuerce la forma de adquirirlas.

Francesc Colomé, Xavier Farriols, Josep Francí y Oriol Homs

Publicado en la versión en catalán de Opina FP el 7/11/2023